Juguetes Cayro advierte sobre las consecuencias de la sobreprotección
Los niños sobreprotegidos pueden desarrollar, a medida que crecen, conductas de miedo, ansiedad, inseguridad, e incluso, depresión o trastornos obsesivos.
Evitar errores, daños, golpes, caídas y fracasos no es bueno para los niños. Y menos es llevarles la mochila, evitar que vayan solos al colegio o a comprar a una tienda cercana a casa, o preguntar por wasapp a los demás padres los deberes para mañana. Son las conclusiones a las que llega la juguetera Cayro y por las que ha lanzado una campaña dirigida a los padres, educadores e influencers para demostrarles que “nos estamos pasando”.
Esta campaña consiste en el envío a estos colectivos de varios juguetes envueltos en papel de burbuja, advirtiendo de la fragilidad de su contenido, llamando la atención sobre la exageración del envoltorio, puesto que en el interior encontrarán un juguete que no es nada frágil.
Para Rosario Carrió, directora general de Cayro “apostamos por jugar, perder, equivocarnos y volver a empezar”. Según Carrió “como padres debemos proteger a nuestros hijos, pero es necesario hacerlo con moderación” Por eso apunta “reivindicamos la necesidad de sacar a los niños de estos envoltorios de burbujas y etiquetas de frágil, para conseguir un espacio donde adquirir responsabilidades y autonomía, tan necesarias para el desarrollo infantil”.
La opinión de los expertos
Para los expertos del Instituto de Neuropsiquiatria y Adicciones del Parc de Salut de Mar de Barcelona, la sobreprotección se relaciona con diversas enfermedades psiquiátricas y puede afectar gravemente a la autonomía y al desarrollo saludable del niño. Por otro lado, diversos estudios vinculan la sobreprotección del menor con el asedio escolar, asociado a la falta de seguridad del niño y su vulnerabilidad.
En este sentido, la actitud adecuada que los padres han de compartir con sus hijos para disminuir el factor de riesgo del estilo de crianza sobreprotectora consiste en: aceptar a los niños tal y como son, con sus virtudes y sus debilidades; no tener miedo al hecho de que se enfrenten a sus propios miedos; enseñarles a expresar sus sentimientos de pena y tristeza; reconocer sus errores al igual que ensalzamos sus virtudes; interesarnos por su vida sin intentar controlarla.
Segín, Rosa Barocio, educadora y conferencista internacional especializada en temas relacionados con la educación y el desarrollo humano, “debemos relajarnos y dejar que los niños jueguen y se aburran, porque se equivocan, reforzar sin imponer; sostener sin asfixiar, corregir sin desanimar; y conducir sin controlar”.